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Hay fuerzas vitalizantes y fuerzas desvitalizantes. Quizá en algún momento las personas deberíamos saber, es decir, experimentar y reconocer, en qué lugar nos situamos, dónde estamos situados respecto a esas fuerzas vitalizantes y desvitalizantes.
Una de estas fuerzas vitalizantes y desvitalizantes es la palabra. La palabra tiene el poder de animar a una persona, o de hundirla y desanimarla. Animarla, o sea vitalizarla, o desanimarla, o sea, desvitalizarla. Hay que considerar que la palabra ánima significa alma. De esta forma podemos ver que la palabra que te anima es una palabra que te da alma, pero la palabra que te desanima, que te desvitaliza, te roba alma.

Todos hemos experimentado alguna vez cómo una palabra nos ha dado ánimo, consuelo y alegría, y cómo también una simple palabra nos ha producido el efecto contrario. Por eso es importante saber dónde estás situado. ¿Eres una persona que con tu palabra das alma o con tu palabra quitas o robas alma? Es importante saber dónde estás y qué haces. Eso no te lo enseñan cuando estás aprendiendo una profesión o cómo comportarte laboralmente. Eso pertenece al área personal.
Es necesario que se produzca un cierto despertar para ser consciente de tu propio poder, de que tu palabra es tu poder. Entonces, hay que situarse en cómo utilizas el poder. De alguna manera te dice quién eres, pero también te está diciendo que tienes el poder de dar alma y de dar vida, en algo tan sencillo como lo que haces todos los días sin esfuerzo, que es simplemente hablar.
Tu palabra tiene ese poder, por eso es una palabra que está dirigida a ti. Sin embargo, también puede ser una palabra que no está dirigida a ti, y que la oyes de repente, despertando en ti una ilusión, un ánimo.

Otra de las fuerzas que pueden vitalizarte y animarte o desvitalizarte y desanimarte proviene de la forma. El ser humano a través de los ojos explica la realidad que le rodea. Por eso en ocasiones el miedo crea una falsa realidad y todo lo que ves solo hace aumentar tu miedo.
Cuando ves, o sea cuando tu mente crea la imagen de una persona querida, aunque no esté presente, su simple imagen ya te produce ánimo o desanimo.
También las cosas que te rodean mueven tu ánimo en un sentido u otro: la forma de las montañas, de las nubes, por supuesto la presencia del sol o de la luz, la forma de los cristales, pero también la forma en que tú te presentas o la forma en que las personas aparecen ante ti, que puede intimidarte o todo lo contrario.
Es posible reconocer en la forma de las cosas esa existencia de fuerzas que te animan, te dan vitalidad, o todo lo contrario. Todo lo que aparece como armonioso y bello normalmente produce ánimo. Todo lo oscuro y sucio produce desanimo y miedo.
Es importante saber cómo te sitúas en la dimensión de la forma.

En la dimensión de la palabra hay frases de poder, que son afirmaciones, y también hay imágenes que en sí mismas te transmiten, desde una onda de forma, una energía positiva. Es importante también reconocer los símbolos, al fin y al cabo los símbolos son formas, con que te rodeas y que transportas.

También es una fuente de poder y de ánimo, o al contrario, de destrucción y desanimo, el contacto. El contacto puede sanar o herir. Es fácilmente reconocible el poder de ánimo y de amor que se produce a través del contacto, por supuesto en la relación sagrada, pero también cualquier relación en definitiva aparece como algo sagrado.
Hay un contacto a través del tacto, de la mano, del cuerpo, pero también hay un contacto visual. Puedes enviar a una persona ánimo simplemente mirándola o también puedes realizar el efecto contrario. De hecho en el simple roce con una persona compartes algo de tu actitud, de modo que cuando estás cargado de amor, lo transmites visualmente, y cuando estás cargado de ira o de miedo también lo transmites.

Nos encontramos con otra forma en que se transmiten las fuerzas vitalizantes y las fuerzas desvitalizantes, que es la propia vibración interna. Es posible que no estés hablando con una persona, ni siquiera la veas ni tengas contacto de ningún tipo auditivo, visual o táctil, y sin embargo, la simple evocación mental ya le está transmitiendo o quitando una energía.
Es importante tu actitud ante las personas cuando no están presentes, si actúas robándole el alma a través de una actitud contraria o dándoles alma.
Es importante la actitud con la que evocas a las personas. Claro, cuando entramos en el mundo de la evocación, en realidad estamos entrando en el mundo de dimensiones superiores; estamos entrando en la matriz vibracional de la realidad.

Por eso es conveniente empezar el día conectándose intencionadamente con la mejor energía que conozcas, con aquella que consideras óptima, porque puede ser que de alguna forma lo hagas sin darte cuenta de la transcendencia de lo que haces, pero cuando eres consciente de la transcendencia de lo que haces, esa energía se amplifica. Cuando te conectas voluntariamente con lo más maravilloso que conoces – si es que quieres hacerlo, porque si estás en un conflicto quizá quieras conectar con lo más destructivo, cosa que no aconsejamos, sino al contrario, lo que aconsejamos es hacer durante un tiempo la experiencia de conectarte con lo más maravilloso que conozcas-, puedes situarte como su presencia en la realidad de la forma, la realidad de la palabra, la realidad de la vibración; situarte como su presencia en la tierra entre las demás personas.
Gracias y bendición.