Alguien me ha estado y me está llamando insistentemente por un teléfono inmaterial, inalámbrico y telepático.
El arcángel Rafael es un teléfono inalámbrico, inmaterial y telepático, siempre accesible, que me conecta con Dios.
Cuando por fin, descuelgo el teléfono telepático, inmaterial e inalámbrico me transformo en un águila mirando el sol.
Mientras vuelo como águila con Rafael mirando el sol me voy sanando, llenándome de amor. El amor sana mis partículas subatómicas; el amor sana mis átomos; el amor que proviene de la luz sana mis células, mi cuerpo, mi mente, mi corazón y mi alma.
Y me convierto en un lobo.
Mi cuerpo es una manada de lobos que se aman. La fuerza del amor entre mis células me hace fuerte, invulnerable al fuego, invulnerable al veneno, invulnerable al dolor, invulnerable a la enfermedad, siempre joven, invulnerable a la vejez, unido amando a todos los seres humanos, como el lobo a su manada y como las células al cuerpo.
Amo a todos mis hermanos como el lobo a su manada, porque mirando la luz como águila veo la luz divina dentro de cada persona y la amo. Y cuando amo a todas las personas encuentro la luz dentro de mí. Y soy un oso grande, grande lleno de luz, amor y sabiduría. Se que la luz está en cada persona.
Entonces cierro los ojos y aparezco en la tierra como un bisonte. Y con mi cuerpo fuerte bisonte recibo y acojo la luz divina dentro de mi cuerpo, permitiendo que Dios mire por mis ojos, permitiendo que Dios haga con mis manos, permitiendo y amando que Dios hable con mi lengua, se mueva con mi cuerpo y sane con su amor a todas las personas.
José Cabal. Viatzolkin.
