Cuando descubres y encuentras que eres agua y luz, y decides serlo, resucitas.
Cuando encuentras, descubres y te encaja la pieza del puzle, que eres agua, eres amor y eres luz, porque lo ves y decides serlo, eres como un automóvil aparcado en un garaje, que se pone en marcha y se mueve. Entonces, resucitas, dejas de ser cosa en el mundo de las cosas, resucitas y empiezas a ser tú, luz, y amor.
Luz porque ves, ves la maravilla y entonces empieza a aparecer la realidad maravillosa, como cuando al amanecer el sol hace aparecer las cosas, sacándolas de la oscuridad, donde todas las cosas están mezcladas, enterradas en la oscuridad.
Cuando ves, aparecen las cosas porque eres luz, sol. Y entonces puedes decirlo, señalarlo. Si ves la puerta y no lo comunicas, no eres luz. Si ves la puerta y lo comunicas, eres luz, porque la luz es para todos. Cuando la luz es solo para ti, ¿sabes dónde estás? Estás en una cueva y la propia luz te dice “sal de la cueva”, y resucitas. Y entonces eres sol.
Cuando encuentras que eres luz y amor, y decides serlo ante los ojos del sol en tu interior, y eres tú, entonces eres sol, ya que cuando compartes es cuando eres amor. En el compartir, en el interactuar es donde aparece el amor, que también es una elección, una decisión. Si cuando interactúas rompes la vida, destruyes, no aparece más vida, no hay amor.
Pero si cuando interactúas aparece más vida, entonces eres como la madre tierra, generando vida constantemente. Por eso, el amor aparece vinculado a la materia, primero como madre tierra, luego como Isis y como árbol. La luz te dice dónde estás y el amor quién eres.
José Cabal. Viatzolkin.com
