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Parece que hay dos tipos de personas, que en realidad son dos momentos diferentes de la persona. Uno, en el cual sientes que estás en un mundo más bien hostil, donde fácilmente recibes castigos y golpes, por fuerzas dominantes, fuerzas adversas de la naturaleza u otros, y de alguna manera tratas de conjurar esa hostilidad a través de determinados rituales de apaciguamiento, o si ya reconoces por tu educación la existencia de una energía divina, entonces tu relación con Dios es de pedirle que te libre del infortunio, que te ayude en la dificultad.

Y hay otro tipo u otro momento de la persona, en el cual sí reconoces a través de tus experiencias que hay una energía que siempre te ayuda, incluso cuando estás siendo un bandido o cuando estás sufriendo adversidad profunda. Y, al reconocer esa fuerza que te ayuda porque quiere y que te escucha cuando le llamas o le pides, entonces tratas de asociarte, y en lugar de que te libre del infortunio, le pides que su espíritu santo, bondadoso, amoroso, esté en ti, de tal manera que tus acciones traduzcan esa energía divina.

Entonces, existen esas dos formas diferentes, el que pide la ayuda, que muchas veces cree que es a través de actos de sumisión, de conjuro de la adversidad, de unos rituales u otros, y el que se siente amado. El que ve y el que no ve.

Incluso puedes creer que hay dos fuerzas poderosas peleando entre sí, una que tratas de aplacar a través de tu sumisión y tu capacidad de conjurar la adversidad, y otra que te ama, donde lo que pides es que su espíritu esté en ti.

Eso, en el mundo laboral también se puede expresar como que en una forma eres un empleado de una fuerza superior, que es simplemente tu jefe, el dueño, el amo, mientras que en la otra forma tú estás asociado. Es decir, hay una forma de vivir donde tú eres el esclavo o empleado de un dueño de todo, y otra en la que eres un socio, formas parte de la sociedad. Así, eres un asociado o simplemente un empleado.

Cuando eres un empleado lo que suele suceder es que si no te ve el jefe, no te ve nadie o nadie te puede acusar, le robas al jefe. Si tenías que hacer no se qué y nadie te está viendo, simplemente no lo haces, haces lo que te da la gana, y si puedes te apropias de todo lo que caiga a tu alcance. Y de la otra manera, si eres también propietario a través de la asociación, tratas de que todo funcione muy bien sin que nadie te vea.

Si tú eres el dueño del negocio, no necesitas que nadie te vea, pero si eres un empleado sí estás bajo la posibilidad de que te estén viendo y entonces te echen, y quedes fuera del asunto. Eso se traduce como vivir en la tercera dimensión de las cosas, donde tienes que apoderarte de las cosas o conjurar la fuerza de la energía adversa, y donde todo vale.

Mientras, en la otra forma tu comportamiento es completamente diferente, porque todo lo haces porque quieres, libremente.

Eso está expresado en una de las tradiciones iniciáticas como “conocimiento de Dios más que holocausto”. Lo que hace falta es esa luz, ese conocimiento de la verdad, de la energía divina, que es lo real, más que holocaustos, más que acciones mecánicas en el mundo aparente.

Y, bueno, la verdad es que es mejor, más gozoso, más pleno, formar parte de la empresa.

José Cabal. Viatzolkin.com