El despertar del enlazador es el despertar de la conciencia del ser humano, que une su realidad materia, cuya quinta esencia es su propio cuerpo, y su realidad espíritu, que es algo desconocido, no visible, pero que se ha hecho presente.
El despertar del enlazador entonces es unir la realidad material y la realidad espiritual, rompiendo, saliendo, desapegándose de las leyes de la materia, para entrar en otra realidad donde las leyes son totalmente diferentes.

Entonces, hay que vencer la inercia del miedo, la inercia de abandonar lo conocido, donde aprendes algunas estrategias para domesticarlo, y el entrar en algo desconocido, pero que se manifiesta como maravilloso, pero desconocido.
Necesita cierta dosis de voluntad, que en realidad simplemente es ser libre y elegir. Y ese elegir no es elegir el caramelito, sino elegir la maravilla, y poco a poco deshacerte de las leyes de la materia, y de alguna manera volar.

Sin embargo, la primera parte del volar, de la ingravidez, es caminar sobre el agua.
Caminar sobre el agua es adaptarte a todos los cambios que aparecen en el tiempo real del aquí y el ahora, y que suponen que tu plan fracase: ibas a hacer una cosa, pero ahora tienes que hacer otra; esto que estaba aquí no se sabe por qué, pero ahora está allí; y toda clase de contratiempos.
Y el asunto no es el contratiempo, sino que el contratiempo es la posibilidad de vivir de otra manera, es decir, la posibilidad de ser feliz y no necesitar la rigidez de la forma, vivir en la incertidumbre, sabiendo que todo está bien.

Da igual el éxito, el éxito que sale del fracaso, el fracaso que sale del éxito y todas las variaciones de lo posible.
Cualquier cosa es posible y resulta que cualquier cosa está bien. Y esa adaptación puede aparecer con esfuerzo, es decir, te enfadas, piensas mal de una persona, de una cosa o de ti, hasta que encuentras que realmente todo está bien. Y ya no piensas mal de nada ni de nadie.
José Cabal. Viatzolkin.com