El Espejo es el arquetipo de la realidad, como presentación de la realidad mágico-maravillosa.
Está asociado al dios Tezcatlipoca, también llamado espejo humeante, que refleja la realidad interior, provocando tentaciones y poniendo a prueba a las personas. Tezcatlipoca desciende por el hilo de la araña, de forma similar al superhéroe Spiderman, que es siempre joven y tiene capacidades de curación.
Tezcatlipoca es la consecuencia de Quetzalcóatl cuando se mira en el espejo, según la mitología, y aquí vemos cómo la onda del espejo es la siguiente a la onda de la serpiente, y además es la que te lleva al centro del telar y al otro lado del espejo, a la otra realidad.
Es el momento de la fusión y del Espejo. El famoso “In lak’ech” es el saludo del Espejo, porque cuando te miras al Espejo y ves una persona, que eres tú, dices “yo soy tu” y además “tú eres yo”.
Por eso la ley del Espejo es tal vez la mejor de las leyes. Y de cualquier manera, más allá de ser una ley, es un instrumento de conocimiento maravilloso.
El Espejo es la verdad, y la verdad y la realidad sólo pueden ser lo mismo.
El Espejo propone observar, contemplar, aceptar lo que es. Pero contemplar no es evadirte. Contemplar no es pensar en otra cosa mientras “pasa” el asunto, sino sumergirte en él, sólo que sin nada. Sumergirte en el asunto con la conciencia desde el vacío. Simplemente mirando, como cuando llegas a un lugar nuevo y simplemente miras para situarte, para entender.
Estás totalmente presente. Eso es lo importante: estar presente y vacío, y ahí “todo está bien”.
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