El ser humano es multidimensional (Extracto del nuevo libro «Tiempo de Gracias. Tiempo de Perdón»)
La característica de multidimensionalidad propia del ser humano hace que muchas veces no sepa por qué a veces las cosas son muy fáciles y a veces muy difíciles. No reconoce en qué dimensión se mueve en ese momento, cómo ha llegado allí, ni por qué.
Si una persona no sabe quién es, dónde está, o en qué dirección se mueve evolutivamente, siempre es una víctima. Siempre le pasan cosas y sufre del exterior o el exterior le hace sufrir. Está luchando contra el exterior, bien porque se defiende o bien porque trata de dominarlo. Es apaleado por la vida porque él mismo apalea a la vida y no se da cuenta de que él es la vida.
Por eso es necesario el trabajo interior y el diálogo, porque si uno dialoga, incluso su enemigo se transforma en un amigo. Quizá sucede al final del proceso, pero éste comienza con el diálogo.
La agresión y la lucha son un intento de modificar la realidad, imponiéndote a ella. Pero si la realidad es un espejo de ti, todo intento violento de modificar la realidad se traduce en violencia sobre ti mismo y en enfermedad. Si la realidad es un espejo, aquello que ves en el espejo siempre eres tú, y aquello que juzgas y condenas también eres tú.
Esa realidad o nivel dimensional en el que te mueves está traduciendo otra dimensión superior donde si hay un conflicto contigo mismo no puedes entrar, porque al entrar ahí tú eres ese espacio y ese espacio eres tú.
El “in lak’ech” o “tú eres otro yo” es constante. Si en tu nivel eres agresivo -que también es ser auto-agresivo, contrario al amor y carente de amor, es decir depredador- y entras en una dimensión superior, serías un depredador superior, y esto vibracionalmente es imposible, por lo que nunca entrarías.