El viaje al planeta Marte es para voluntari@s, únicamente para voluntari@s.
No se trata de una experiencia forzada ni algo que sucede por azar. Es para todos.
Es un paradigma, una explicación de la realidad y al mismo tiempo una propuesta.
De alguna manera estar vivo es «un viaje sin retorno», es decir algo que excluye la añoranza del estado anterior, «el mirar atrás» y la regresión.
La regresión es también «la enfermedad», lo no deseable, el negarse a vivir o no vivir, o sea simplemente no ser voluntari@.
Las propuestas que contiene el viaje al planeta Marte, como paradigma o explicación de la vida, ante la conciencia del voluntari@ que quizá está despertando, son EL PRESENTE y LA MAYA, o sea lo que te mantiene unido a los demás.
También está la conciencia de la misión.
Estar vivo y vivir como un caminante del cielo es recuperar la conciencia del voluntari@, del presente, de la misión y de la conexión con dimensiones superiores, o sea del ser siendo del que formas parte y eres expresión.
Soy paz, soy amor, soy vida. Eres paz, eres amor, eres vida.
La Pascua es, como el viaje al planeta Marte, un viaje sin retorno; sin retorno a la esclavitud. Añorar los ajos y cebollas de Egipto es añorar la esclavitud, o sea la enfermedad, la injusticia, el abuso, etc.
Todo está escrito y además lo conocemos. Se trata de elegir y afirmarse.
En realidad, el viaje al planeta marte es como el viaje al cielo, a la inmortalidad, a la trascendencia y al más allá; A SER.