CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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¿Es posible?, ¿existe la quinta dimensión, la dimensión de lo óptimo?, ¿existe la dimensión de la belleza, la armonía, la sociabilidad y el “tú eres otro yo, yo soy otro tú”?

Por lo menos, el mapa para llegar existe desde hace miles de años escrito en símbolos mayas.

Existe, pero no en piedras, estelas, libros o códices.

No existe sobre un soporte material que pueda ser destruido. Existe sobre su calendario sagrado Tzolkin, fácilmente recordado, fácilmente reproducido mentalmente e imposible de desaparecer.

El Tzolkin contiene el mapa, esperando durante milenios su momento.

Los sabios, los guardianes esperaban ese momento, y ese momento ya ha llegado. El camino a la quinta, a la quinta dimensión ha llegado.

El retorno al jardín. Una quinta es una finca de recreo.

Una quinta es un lugar de reposo, gozo, fiesta, belleza, donde compartir la amistad y el amor.

Y hay una dimensión que es una quinta: la Quinta Dimensión.

Colón, que significa «uno más», como Moisés, lo vio de lejos.

Colón, que significa en griego «uno más», » un miembro del grupo», «uno cualquiera más del grupo», y por ese significado fue elegido como nombre, seudónimo o alías, conocedor del camino guio a toda la gente del viejo mundo al encuentro del nuevo mundo, paso inicial del ascenso de retorno al cielo.

Como Moisés, llega a la frontera y lo ve desde lejos, quedando abierto.

La puerta está abierta. Hoy la puerta está abierta. Solo necesitas paz, y la paz necesita perdón.

Como Salomón, rey de paz.

La paz, cuyo primer paso es la conciencia del error, del pecado, de la falta, como está expresado con el rey David.

David reconoce su pecado durante la peste y en aquel lugar, que es una configuración del espacio-tiempo accesible como experiencia espiritual a cualquier persona, es donde su hijo, su fruto, porque el fruto es el hijo del árbol, construye el templo, que significa recuperar lo sagrado, y conecta con la quinta dimensión. Reconocer el error te conecta con la quinta dimensión.

Entonces el rey de paz Salomón es fruto de la iluminación, del reconocimiento por el rey guerrero David, el conquistador de Jerusalén, de su pecado.

Similar metáfora, la misma metáfora, aparece entre Quetzalcóatl y Tezcatlipoca.

Como el guerrero David se convierte en Salomón, Quetzalcóatl se transforma en Tezcatlipoca y Moisés en Josué.

Moisés, como uno más, guía a la frontera, a la puerta.

La puerta se abre ante la inocencia. Perdónanos como perdonamos.

Ese es el abracadabra.

José Cabal. Víatzolkin.com