CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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La disociación, en un grado o en otro, es el estado normal de los seres humanos en la realidad material. Hay una cierta disociación cuando ignoras o no reconoces tu alma, tu ser espiritual, y hay una cierta disociación cuando eres aparentemente consciente pero vives en una realidad que parece subjetivamente adversa, aun cuando estés consiguiendo éxitos, porque en realidad estás viviendo en una distorsión, guiado por tu cerebro reptil.

Hay una disociación aprendida, que es transmitida en parte a través de la educación y en parte a través de la vivencia embrionaria, donde el nuevo ser que está entrando en la realidad de la forma pasa un tiempo como perteneciente al cuerpo de la madre. Todos los estímulos que recibe del exterior están filtrados a través de la madre, de modo que está viviendo las experiencias de la madre. No tiene todavía un concepto despierto de la individualidad ni tampoco el manejo del pensamiento estructurado a través de las palabras, pero sí está recibiendo la vibración emocional, electromagnética, luminosa, la resonancia de la madre. Y cuando la madre está disociada, que es el estado natural, normal, inicial, está recibiendo cierta disociación en todos los archivos que ha empezado a abrir al entrar en la realidad material, de modo que está aprendiendo, codificando disociación. Y esa disociación sigue aumentando a través de la educación y las propias experiencias, que son traducidas desde la disociación inicial.

El asunto es que estamos entrando en el enlazamiento, en la des-disociación, en la unificación. De alguna manera, para las personas que siguen el diálogo con el calendario maya, con la sabiduría de los pueblos mayas, que inicialmente no se llamaban a sí mismos “maya” ni reconocían esa unión (los pueblos eran cocomes, itzaes, toltecas…, pero no eran mayas, ya que eso es un concepto posterior externo), estamos entrando en la unificación, en la des-disociación.

Para las personas que están siguiendo el dialogo con esa resonancia unificadora expresada por la energía de vida y amor a través de estas culturas, es conveniente saber que es el momento adecuado para abrirse a esa luz, y al abrirse personalmente, esa luz entra en toda la humanidad. Cuanto mayor es el ruido exterior la persona consciente y voluntaria lo transmuta en armonía maravillosa, desde su “sí, quiero”.

Es lo que se llama nuevo nacimiento consciente. Estamos entrando en el nuevo nacimiento consciente como resultado de un desvelamiento. Quiere decir que en el ser humano, a pesar de su disociación, la vida en su interior, unificada, está permanentemente en esa expansión de la luz, de la vida, que reconocen los científicos, produciendo esos momentos unificadores que son des-disociativos.

La oscuridad es el proceso disociativo y cuando entra la luz en la oscuridad, cuando la realidad está iluminada, la persona sale de la disociación. Eso se está produciendo siempre, es una constante. El asunto sucede cuando tu conciencia se abre voluntariamente a la luz. Voluntariamente, porque sabes que es necesario, porque reconoces que estás en una realidad irreal, que es justamente donde no querías estar.

Ese momento de nuevo nacimiento lo puedes vivir en cualquier momento. La iluminación de la persona sucede en cualquier momento. Sin embargo, ahora se ve favorecido, están siendo llamadas las consciencias de las personas, ya que en este momento pueden hacerlo, pueden sentirlo, pueden dejar de disociar.

Es como una llamada. Claro, esa llamada también podemos decir que es constante. En este momento está sucediendo, y además está siendo anunciado. Está siendo reforzado por las personas que te rodean, por el diálogo con las personas que te rodean, que puede ser incluso en la lejanía a través de dispositivos.

En este momento esa llamada es cada vez más clara con todos esos procesos intermedios anteriores, que llevan a que tu conciencia esté despierta a esa posibilidad, concretamente en este momento, en que para algunas zonas del mundo es la salida del frío y la falta de luz, hacia el calor y la luz, y en otros lugares es al revés, la salida de la luz y el calor, y la entrada en términos de más quietud, frío. Pueden parecer dos elementos discordantes, que cada uno va en dirección opuesta, pero ese es el resultado de la disociación. En realidad, de una manera u otra estamos yendo en la misma dirección, para algunas personas asentando esa luz que han estado viviendo, permitiéndola entrar en terrenos más profundos, deshaciendo todos los archivos de información de disociación, hacia dentro, hacia la esencia divina, cuyo espejo está sucediendo en una forma aparentemente contraria, donde estás saliendo del frío porque estás encontrando la luz.  Es decir, a algunos les invita a entrar en lo oscuro pero con luz, mientras que a otros la búsqueda de la luz les permite recibir la luz. En ambos casos lo que se produce es esa disolución de la disociación, es decir la integración.

En estos momentos, en el transcurso del diálogo lo que se está poniendo de manifiesto a través de estas culturas es que el ser humano es como un grano de maíz, es decir está lleno de vida y abierto o dispuesto para ser nutrición para las demás personas. Ese humano aparece lleno de vida nutritiva para las demás personas, representado por el humano maíz. Y al mismo tiempo es una estrella en el cielo, es un ser de luz rodeado de seres de luz.

El asunto es que, para ser ese humano maíz nutritivo, la disociación es lo que le imposibilita. Y para ser ese humano estrella, humano supernova, rodeado de estrellas, de otros humanos supernova, que son todos, lo que le imposibilita es la disociación.

Es el momento de trabajar en la disociación, sustentada en todos esos archivos, en todas esas memorias.

José Cabal. Viatzolkin.