CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Este es un tiempo de acceso a la libertad. La libertad ya es un despertar.
Todas las personas que no han accedido a un cierto despertar de su conciencia viven enlazadas a la vida a través de la obligación y al estrés, y muchas veces recurriendo a subterfugios para sobrevivir.
La libertad es una iluminación. Cuando accedes a la libertad y cuando reconoces la libertad hay que dar gracias siempre al pueblo de la libertad. Es importante reconocer que la resonancia de la libertad siempre ha acompañado al ser humano y entonces puedes agradecer a ese grupo de personas que ha encarnado ese soporte a la libertad, por su resonancia de entonces en ese presente, que desemboca en tu encuentro con la libertad.
Mirando hacia el pasado en la historia podemos ver cómo la libertad y el pueblo que la encarna, sin ser aparentemente lo más fuerte, sí ha sido lo más real, porque la realidad no saca la fuerza de la fuerza, sino de la realidad.
Podemos pensar que lo interesante es ser fuerte o poderoso, pero en realidad lo interesante es ser real, sin la limitación del miedo, del odio o de la envidia, sin neurosis ni compulsión, o sea ser siendo divertida y amorosamente – gracias ángeles-.
Querer ser fuerte es una neurosis, y francamente las neurosis no son nada divertida.

Cuando reconoces la libertad vivencialmente te das cuenta de que hay un antes y un después; cuando has emergido a una nueva conciencia te das cuenta de que el éxito está asegurado desde lo real.
Pero cuando uno accede a la libertad, se da cuenta de que la libertad no es hacer lo que te de la gana, o cualquier cosa que se te ocurra, sino que recuperar la libertad es ser libre para amar, porque cuando haces cualquier veleidad que se te ocurre, lo que aparece es un monstruo; cuando cualquier cosa que se te ocurra lo puedes hacer sin conciencia, lo que aparece es un monstruo y tu sientes infelicidad.

Quizá te has embriagado primero de poder pero luego lo que sientes es infelicidad. Por eso lo que descubres es que eres libre para amar, que es lo que te hace feliz, y cuando descubres que eres libre para amar, que es lo que te hace feliz, puedes colaborar y hacer cualquier cosa en favor del amor porque no hay nada que te mate. Amar no te destruye sino al contrario, te da plenitud.

Por eso cuando vemos la gran cruz concretada por la posición de la luna, que podemos considerar como Isis, y cómo después lo que a continuación hace la luna es el triángulo de agua, podemos comprender que el agua como emoción y la nave de Isis como forma corpórea dan sentido al cuerpo de amor. El amor expresa una realidad dimensional, que se vive desde una configuración corpórea, y la nave de Isis, como un barco que surca la muerte -que no necesita ser el barco más fuerte, más nuevo o más poderoso, sino solo ser real-, expresa la realidad del cuerpo de amor y su acceso a través de la emoción.