El Tzolkin contiene una secuencia de 20 sellos que van apareciendo secuencialmente siempre con el mismo orden, lo cual le confiere una característica de número a cada sello.
La configuración de esa forma secuencial obliga a definir un inicio, porque el uno va a determinar el 2, luego el 3 y así hasta llegar al 20.
En la primera manifestación simplemente hay una secuencia, sucediendo a un día el despertar a otro día. Desde la subjetividad de la persona o desde la objetividad de los acontecimientos exteriores, a una salida y puesta de sol le sucede otra salida y puesta del sol, sin principio ni fin, siguiendo un ritmo de +1.
Pero claro, solo con eso no hay un contenido que añadir. El contenido aparece cuando se sabe por ejemplo que a un periodo de frío va a suceder uno de calor, después un periodo de lluvias y de nuevo tal vez uno de calor y otro de frío. Cuando se ve que hay otro ritmo es cuando empiezan a ordenarse esas figuras, que inicialmente son una repetición sin fin en un orden.
En esos 20 sellos organizados con un ritmo de +1, en algún momento se determina que hay una secuencia de lo que van a llamarse colores, agrupándose de 4 en 4. Cada 4 sellos forman una nueva unidad que contiene los 4 colores, dando lugar a 5 pisos o superficies diferentes, conteniendo cada una un rojo, un blanco, un azul y un amarillo.
Así, en la secuencia de los 20 sellos aparece la secuencia de los colores, convirtiendo las 20 posibilidades en 5 y dando lugar a una segunda ordenación.
Antes había un campo unificado de 20, donde la ley es +1, pero ahora aparece otro campo unificado con una ley que determina que la secuencia es rojo-blanco-azul-amarillo. Es un subcampo unificado dentro del campo de 20.
En ese sentido es como una preñez; como si una mujer, que es la que en el territorio humano se queda embarazada, es uno, pero incluso antes de que lo sepa empieza a aparecer un nuevo campo unificado, que es otro uno que está en su interior.
En ese campo unificado de los 20 sellos con el ritmo de +1, además de la organización de 4 en 4 que crea esa nueva ley de rojo-blanco-azul-amarillo, aparece otra posibilidad con 13 unidades asociadas dentro de los 20, que es la onda.
Cuando aparecen los 13 dentro de los 20, hay un ordenamiento que efectivamente aparece como fecundo, organizándose los 20 sellos en 20 ondas, pasando entonces de 20 a 260, que es el Tzolkin.
Con los grupos de 4 no sucede así, porque siempre va un grupo de 4 detrás de otro, necesitándose por un lado el marco de los 20 para determinar que se han organizado 5 veces, o el marco de los 260, que son las 20 veces 13 o las 20 transcendencias.
Encontramos que ese embarazo es una transcendencia, dando lugar las 20 transcendencias a 65 cuatros.
Son los ritmos más básicos, los 4 colores y las 20 ondas. Los sellos se configuran con el ritmo de los 4 colores, 65 veces, y con el ritmo de las 20 ondas que da origen a los 260 sellos.
Pero sin la presencia de la onda, los cuatro colores no se pueden organizar nada más que en cinco niveles dentro de los 20 sellos.
Y sin los 20 sellos, sin que haya un principio ni un final, tampoco se podrían organizar. Hay que definir cuál es el 1, estableciendo el rojo como 1 para organizarlo, porque si no, no hay orden.
Por eso, esa secuencia de despertar y dormir, o salir el sol y ponerse, en algún momento precisa de la presencia del ser humano, que es para quien está sucediendo esto, para tratar de poner un orden o de recibir un mensaje.
