El mes de marzo desvela un cuantum de tiempo de 4 años entre bisiestos, mostrando que el valor 4 de semilla y sol, dar fruto y luz, es trascendencia y te introduce en otra dimensión.
El humano 2 en yucateco es aquel que ha reconectado con su alma, con su ser espiritual, como nuevo nacimiento consciente, ya que se sabe hijo de Dios. El cuantum del mes termina como viento 6, como fuerza enlazadora, representando la energía divina creadora de Huracán. La sabiduría que está en tu cuerpo es luz y amor, y tú permites que se manifieste, iniciando la salida del inframundo (columna 9) para entrar en la dimensión inmaterial.
En la tradición quiché aparece la estrella 10, ese humano maíz en su plenitud resucitadora (onda tormenta), que está en modo caminante 4 (oculto), como conciencia abierta, con la emoción del amor (onda perro). Y termina como espejo 1, la plena convicción de que la energía divina está en ti como hijo de Dios, y Dios encarnado.
El 25 de marzo es luna llena y aparece con el simbolismo de la Pascua, de la liberación. Según el libro sagrado (Torah, Deuteronomio) es la primera luna llena de primavera después del equinoccio. Esta fiesta de la Pascua está desplazada a la segunda luna llena, lo cual es de nuevo el territorio del “extraño”, que es la llamada de la luz a que te dejes guiar. Así, este año 24, año mago, contiene el bisiesto vinculado al nuevo nacimiento (mono 1 del humano maíz), pero también el “extraño” desplazamiento de la Pascua.
Es una llamada de atención al despertar de la conciencia, ya que también es el momento de iniciar el vuelo, como Quetzalcóatl, y de entrar en el tiempo de la inmortalidad.
El 25 de marzo además concurre un eclipse lunar como señal. Aparece como guerrero 13-serpiente 1, serpiente emplumada, inicio del castillo azul, que habla del tiempo de la inmortalidad, del tiempo que no va a la muerte. En la tradición quiché, de los que buscan la luz y son felices, aparece como humano 8-luna 6, mostrando el paso de la realidad a la que accedes a través de los sentidos o realidad material, a la realidad espiritual, la entrada en el espejo, la puerta entre las dimensiones.
Esa pareja humano 8-luna 6 pertenece al grupo de tres parejas de kines (espejo 12-noche 2, águila 10-enlazador 4, humano 8-luna 6) que tienen una característica especial, ya que sus evolutivos (con un desplazamiento horizontal por el Tzolkin) son sus ocultos. Al unir los contenidos de estas tres parejas aparece como desde la impecabilidad de tus acciones (onda mano) colaboras con el dios creador (onda viento), al mirar con los ojos de tu corazón (águila), con esa energía amorosamente enlazadora y luminosamente desveladora, ya que eres un humano íntegro como resultado de recapitular tu vida, lo que te lleva a sanar tus emociones (luna) y dejar que tu luz florezca. En sí constituye un territorio que no es inicialmente visible, si no es a través de las palabras de iniciación, de desvelamiento.
El equinoccio, que oficialmente sucede el día 20, es el momento en el que se iguala la luz y la oscuridad. Se establece una similitud con un ascensor, que cuando llega al lugar adecuado abre las puertas y comunica las dos realidades. Significa que los barrancos han sido rellenados y las montañas han sido igualadas, de modo que el camino está abierto.
Aparece bajo el símbolo del mono 8, que es el inicio del tiempo en la tradición expresada en el Popol Vuh, y que representa los 4 abuelos y las 4 abuelas del pueblo maya, del pueblo que busca la luz, mostrando así que la puerta está abierta a entrar en lo sagrado.
Y en la tradición quiché aparece como mano 3, mostrando cómo para entrar en lo sagrado necesitas recapitular, de modo que estás quitando los obstáculos que encuentras al mirar tu vida sin luz, es decir con juicios, con miedo, para permitir que aparezca Quetzalcóatl. Y te sitúas como hijo de Dios, Quetzalcóatl, cuyas acciones son impecables. Así eres un Balán, un mago que está emitiendo luz.
Es el inicio de un tiempo donde van a aparecer dos eclipses y un tiempo pascual expandido, de libertad y resurrección, y donde también va a aparecer el 12 de abril como repetición de la experiencia del año maya, pero ahora con luz.
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