CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Si nos situamos en Viento 1 también podemos encontrar algo misterioso en que el viento, que por un lado significa comunicación pero por otro hace referencia a Huracán en el código del Popol Vuh, quiera aparecer como Tierra 13 al cabo de vivenciar las 52 oportunidades de los 52 años. ¿Qué significado tiene que el viento, que representa también al espíritu, aparezca en el arquetipo de la realidad como tierra, aunque sea en un tono transcendente?
La persona que nace como viento 1 va a terminar su proceso cuando realice la vivencia de la tierra 13. En ese momento habrá pasado por todos los colores, por todas las ondas y habrá vivido las 52 experiencias propuestas por esta familia.

Eso es como experiencia personal, pero como prototipo expresa que lo más espiritual aparece como lo aparentemente más material, que sería la tierra, apreciándose un movimiento descendente, donde algo inmaterial pasa a ser muy concreto.
Si a la tierra le incorporamos el contenido de voluntario -la experiencia de la persona que prescinde de su propio proyecto de realización, porque reconoce que tiene una misión que ha adquirido en otras dimensiones de la vida, y al reconocer esta realidad, que solamente está en la conciencia porque no la lleva escrita en la cara ni en ninguna parte del cuerpo, se encuentra interiormente con más lucidez, con una especial intensidad vibracional-, entonces sucede que esa persona ha encontrado la conexión con el corazón del cielo y una especial nutrición que precisamente proviene de valores diferentes de los de su entorno.

Aquí vemos precisamente el arquetipo expresado por Noé, que quizá también expresa a “la nave de Isis”. Noé encuentra una especial conexión con el núcleo central de la vida y no se referencia para ello en las circunstancias que le rodean exteriormente, sino en algo interior.

El viento es también la expresión del color blanco y el segundo castillo, que sería el agua, donde encontramos al poliedro de 20 lados llamado icosaedro, en cuyo zigzag dibujado por los triángulos vemos una referencia al vuelo de la serpiente emplumada, Quetzalcóatl.
Es precisamente el color blanco del viento el que va a dar un contenido fundamental como expresión del arquetipo de la realidad, o quizá de la realidad arquetípica.

En el dragón y su familia, al considerar la expansión desde la luz entrando en la materia para cumplir una misión hasta la expansión de la conciencia expresada por el guerrero, lo cual sucede en el interior de cada persona, encontramos que existe una ley física donde sucede esto, que es la agrupación de partículas subatómicas formando el átomo y posteriormente el atrapamiento de nuevos electrones, protones y neutrones, desde el átomo más simple hasta llegar a los átomos más complejos, especialmente los que reconocemos como oro o platino, asociados a algo noble, entendiendo que este algo noble se refería a que no se corrompían, oxidaban, o deterioraban, siendo también símil de vida perdurable.
Este proceso sucede asociado a la INTENSIDAD. En este caso la intensidad es un calor, que es imprescindible para que se produzca este intercambio de electrones. El calor necesario para la aparición del oro o del platino solo se produce en las supernovas. Por eso sabemos que cuando el fotón, o sea la luz que entra en la materia, recorre un camino que denominaremos evolutivo porque se va transformando, termina formando parte de una supernova, la cual en su momento final se expande en forma de explosión, siendo su equivalente el guerrero 13.
El guerrero 13, que es el sello 156, aparecería al cabo de 52 años para una persona que hubiese nacido como dragón 1, después de completar los 52 kines asociados a su familia.

En la familia del viento, el equivalente de este proceso que conduce a la supernova y a la explosión como expansión, sería un trayecto descendente, aunque quizá “descendente” es un término que expresa espacialidad, pero sería espacialidad en algo que no pertenece al espacio sino a más allá de la frontera del misterio.
Nos referimos a que el AGUA, o sea lo BLANCO, en nuestra dimensión tierra, en nuestro escenario, proviene de más allá del sol, más allá de nuestro sistema solar. El sol simplemente es forma, la forma que ha tomado la luz, de modo que el agua proviene de más allá de la forma. Es más fácil conceptualmente, ya que pensamos espacialmente, considerar que el agua proviene de más allá del sol, pero en realidad proviene de algo misterioso sin forma, que existe más allá de la forma.
De modo que esta familia del viento finalmente se va a transformar en tierra, o sea donde tocan nuestros pies, en ocasiones donde toca todo nuestro cuerpo alargado, cuando estás tumbado, y en algunos momentos imprevistos para los cuales es difícil ser voluntario, donde toca nuestra cabeza cuando tropiezas si no consigues poner antes las manos.

En todo caso estamos hablando de una fuerza arquetípica o de un arquetipo de la realidad que se muestra como amoroso, ya que lo que forma no es un átomo sino una molécula donde dos átomos aparecen unidos. Esta energía, que consideramos amorosa porque es unitiva, también es sociable, porque convoca.
El agua es la unión de dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno, de modo que estamos mostrando que a diferencia de la energía que lleva a constituir átomos como un proceso interior de expansión de la conciencia, aquí se trata de una energía que produce enlaces, sociedad o al menos parejas.

Podemos considerar cómo efectivamente el viento y también lo blanco están haciendo referencia al otro, a la sociedad, a quien te complementa, al amor, siendo todo esto una energía presente en toda la realidad visible e invisible, porque aparece desde lo invisible, en cuanto ha conseguido realizar lo visible, y establece un tercer elemento que es tu propia conciencia. El viento se expande en la tierra, de modo que de lo que no tiene forma aparece la forma, pero enlazada amorosamente, y esto es algo que está dentro de cada persona.