Se libre, se tú. Eso es lo fundamental. Pero para ser libre necesitas despertar tu conciencia, y la conciencia está compuesta por dos elementos, lucidez y amor.
Sé libre, sé tú, conecta con la lucidez y con el amor, que son tu padre y tu madre, de donde provienes. Ese es el centro en torno al cual todo va a girar. Ese es el centro del universo, luz y amor.
Por eso es el territorio al que te puedes dirigir voluntariamente, como experiencia en tu interacción con las demás personas. Es el camino del Cristo, de lo divino en ti.
También es el camino que se muestra en el telar maya, en el Tzolkin, donde el centro de la experiencia y del nuevo nacimiento es el amor incondicional de forma trascendente, que parte del reconocimiento del otro como “otro tú”, y la reconexión con tu alma atemporal, recuperando la inocencia sabia y gozosa.
Eso se traduce en el nivel físico más externo que define a esa experiencia, como la conexión con tu agua cósmica, con la realidad cósmica, con la realidad extraterrestre que está presente en ti, con la realidad atemporal que te saca de este presente momentáneo, para reintroducirte en el presente atemporal, abriéndote la puerta. Eso está expresado por la luna y por la libertad que expresa el humano asociado a los pensamientos elevados y a la recuperación de su esencia.
Cuando recuperas tu esencia no te dejas engañar por el exterior, porque estás conectado con el interior, estás conectado con lo invisible, que soporta la realidad aparente.
