CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Chi, He y Seshat
Si las cosas no están en su sitio quizá sea buena señal. Bueno, queremos decir que quizá sea buena señal azul, o sea, buena señal azul Tzolkin.
Si las cosas no están en su sitio no importa, a no ser para el ser humano como cosa, que quizá pierda la referencia y no sepa quién es, bueno, o como cosa, qué cosa es. Es decir, quizá para el ser humano cosa, que no estén en su sitio las cosas no sea una buena señal.

Sí, creo que en el averno todo está en su sitio, pero allí ninguna de las cosas se ríe. Francamente, que no cuenten conmigo. Quizá el que no se rían solo sea un asunto de paciencia, es decir, están esperando para poder reírse, pero que no cuenten conmigo porque no tengo tanta paciencia.

Si las cosas no están en su sitio, quizá sea una buena señal, porque quizá en ese momento el hombre encuentre instantáneamente su centro interior como referencia, o sea en aquella parte fuera de la forma, que no es cosa sino ser, encuentre lo que le conecta, no con lo temporal cambiante, sino con lo atemporal entrando en lo azul.
Una de las peculiaridades de lo que en el código Tzolkin se denomina azul es que te dice “oye, que no eres una cosa” y te das cuenta de que estás vivo. Bueno, estar vivo está muy bien. Si te despiertas y te das cuenta de que estás vivo, enseguida te hacen regalos. Pero aquel centro, que te conecta con el ser, después de unos cuantos regalos y unas cuantas gratificaciones, sigue ahí y pronto telepáticamente te está diciendo “¿te vas a quedar ahí jugando a las canicas?”. Y de repente las canicas y las gratificaciones pierden interés porque hay algo más.
Ese es un poco el tema de la tormenta. Si conectas con el corazón del cielo, no te permitirá quedarte a medias.

Sí, estar vivo es maravilloso, aunque solo sea como oportunidad. Pero la puerta se abre. Todos entran contigo. No puedes dejar a nadie fuera. Si dejas a alguien fuera, casualmente siempre eres tú. Se aprende fácil. Lo mejor es muchas cosas, pero lo mejor es el perdón.
El perdonar o no, también tiene que ver con que las cosas estén en su sitio o no. Dios siempre perdona. El centro desde el cual te referencias cuando las cosas no están en su sitio, es donde ves a Dios; donde ves a Dios que te está viendo.
Entonces, las cosas no tienen un sitio, sino que todos los sitios convienen a todas las cosas.
El azul, la tormenta, pero también el mono, el mago, la noche y sobre todo la mano, a donde te llevan es a eso, a que tu vivencia sea la vivencia de la realidad Dios. Eso abre todas las puertas.

El ideograma chino que significa energía, Chi, contiene un dibujo muy similar al He hebreo, quinta letra. Solo hablamos de lo que vemos y no de sabiduría titulada. La letra He y el ideograma Chi comparten un rasgo común, visualmente apreciable, que también puedes ver en cualquier puerta cuando se abre: es una forma como de ángulo recto, con el tramo superior horizontal más corto que el tramo vertical, que en ambos casos aparece a la derecha del que está mirando. Consideramos que la puerta está en el lado izquierdo.
He tiene en esa especie de puerta abierta una llama, porque todos los trazos de las letras hebreas son como llamas de fuego. La llama de He está en el suelo.

En Chi, la puerta contiene una figura compatible con una estrella de 8 puntas.
Una estrella de 8 puntas también es una figura compatible con una llama de fuego, por cuanto que las dos son luz. De esta manera, la puerta de He, que está formando la realidad expresada por el Tetragramaton en forma duplicada, acompañando al Iod como una luz arriba, y al Vau como una luz abajo que ha descendido a la tierra.
Repetimos que no estamos hablando de sabiduría basada en cursos, donde si escribes con faltas de ortografía te suspenden. Estamos hablando de algo que estamos viendo, o sea es apreciable con las simples herramientas naturales de los ojos, que suelen venir de fábrica.
Gracias, fabricante de la fábrica o quizá fabricantes o fabricantas.

La puerta de He contiene una luz y He en el Tetragramaton es un soporte para configurar una realidad basada en 4 elementos, o sea en una forma o algo formalmente comprensible.
Además, está presente en los dos niveles expresados, en el de arriba del Iod y en el de abajo del He.
Curiosamente el Chi también tiene una puerta y una luz en tierra, en una configuración de estrella de 8 puntas, similar a la que tiene Seshat sobre su cabeza y que incluso podemos verla transformada en un candelabro de 7 brazos, cuya octava punta es el pie.

También en el Chi aparece algo por encima de la puerta. Por lo menos por su posición, por el nivel en que se sitúa, o sea arriba, forma parte de un grupo donde la analogía sería arriba, con algo que aparece en Chi, que es una línea vertical y dos horizontales. En la puerta arriba está el uno y el dos, o sea el 12.
Si utilizamos el conversor durmiente en el Tzolkin -durmiente mientras estás dormido, porque está deseando que lo despierten; dice “despiértame cuando te despiertes y no tardes porque me aburro”-, podríamos encontrar en el uno y el dos al matrimonio o maridaje entre el dragón y el viento, quizá el cuerpo y el espíritu. Pero si seguimos la sugerencia que expresa el color amarillo, como expansión de la realidad y quizá como la elevación del cielo que hace Shu, podríamos entonces considerar que el cielo también es una puerta, que se abre ante el ser humano hombre, sello 12.
Claro, que para que el hombre sello 12 encuentre al cielo como puerta que se abre, parece ser que siguiendo la sugerencia de He con su lucecita abajo, abajo tiene que estar la estrella de 8 puntas o la sociedad de la estrella.
La sociedad de la estrella, sello 8, abre la puerta del cielo y sitúa al humano en el cielo, sello 12, que también es “colaboración con todo lo existente”, o sea sin juicio, porque el juicio no es maravilla.