Enlazamiento de tradiciones hermanas del 24 de julio. Tierra y Mono.
El cuarto día del uayeb con el que finaliza la vivencia de los 4 colores de la cuarta dimensión, aparece como tierra 9.
La vivencia conjugada de los 4 días de este periodo te lleva a situarte como voluntario. El primer día, 21 de julio, te situabas como mago; el día 22 liberabas al águila; y el tercer día te proponía la vivencia del guerrero del amor incondicional. Este periodo finaliza proponiéndote situarte como un voluntario, alineado con el corazón del cielo.
La tierra, con la fuerza 9, está unida a la impecabilidad de la palabra (viento) y a la impecabilidad de la acción (mano). En su interior ha permitido que la semilla florezca. La semilla está en el interior de la tierra y ha sido liberada de hechizos para poder florecer.
Esa tierra que en su interior tiene la semilla dispuesta a florecer, es similar a la visión del mono, que también expresa un nuevo nacimiento. El mono aparece en este momento como esa semilla que eres tú, dispuesta a ser tú cuando ha encontrado el terreno propicio, que es el de ser voluntario para lo que sea, incluso para lo desconocido, porque ya está en la vibración de la transcendencia y de la maravilla.
Pero previamente ha sido la vivencia donde se unía la resonancia y la transcendencia, que era justamente cuando se liberaba el águila y cuando la emoción transcendente de la luna 13 se transformaba en el amor incondicional.
Este es el momento de la expansión, porque estamos vivenciando el color amarillo (el cuarto día del uayeb corresponde al cuarto color) y la emoción que se expande es la alegría.
El mono tiene su origen en la noche, en el ensueño, pero se dirige como destino a la resurrección.
Las dos fuerzas que le acompañan son la kundalini (serpiente) y la tierra.
Cuando la kundalini se ha elevado a su máximo es cuando te sitúas como un voluntario. La disposición del voluntario, con su color rojo, está expresando plenitud de fuerza vital, que también es plenitud de kundalini liberada, y ese es el substrato físico de la alegría.
A partir de ese momento ya está dispuesto el surgimiento del humano, o sea la perfección del espejo, la perfección del in lak’ech, la perfección del amor.
Gracias, bendición.
